Mega Crit Games no tiene piedad ninguna con nosotros y nos mete un rogue-like dentro de un juego de cartas. Un pozo de horas sumado a otro pozo de horas. Una práctica que debería estar prohibida. Una fusión de ideas que parece innata, que no se agota, que se retiene y que te permite guardar lo aprendido para el siguiente turno juego que venga del género. Vaya por delante que probablemente Slay the Spire sea mi primer juego de cartas, por lo que mi opinión al respecto tiene algunos peros, tanto en un sentido como en el otro. Primero, porque yo no me fiaría al 100% de alguien que te habla casi como una obra maestra de su primer juego. Segundo, porque al no poder compararlo con ningún otro, yo mismo me muestro reticente a elevar su puntuación, que probablemente os resulte baja incluso para los estrictos estándares que se ven por El BloJ. Sabed que, por lo menos, he tenido la decencia de preguntar a algunos expertos en esto del mundo de las cartas y la respuesta es prácticamente unánime: es el mejor en su campo. Donde sí que no tenéis excusa para no fiaros de mí es en el tema de los rogue-like, a patadas entre mis juegos completados y tremendamente familiarizado con sus mecánicas de progresión e incorporación de la muerte como parte del proceso. Tampoco es gran mérito, ya que es un género que de alguna manera lleva de moda tiempo, y su influencia llega incluso a juegos AAA que beben cada vez más de sus pilares. Tengo la sensación, no obstante, de que Slay the Spire es más juego de cartas que rogue-like, e interiorizar este hecho me parece fundamental para aceptar según qué situaciones que pueden acabar jugando en su contra. Y es que, ya de por sí los rogue-like se caracterizan por incluir elementos de pura suerte, pero siempre he señalado las limitaciones y el control de los rogue-like como principal elemento para diferenciarlos entre buenos o excelentes. Dar esa sensación de libertad y de posibilidades al jugador, pero a la misma vez aportar los marcos necesarios para que éste piense que su partida no está tan sujeta al azar, y su habilidad siempre será capaz de contrarrestar los golpes de infortunio que pueden darse más de una vez. Todo esto está relacionado con el leitmotiv del género: esa sensación al principio de la partida, conforme te vas perfilando, de que va a ser la buena, de que va a ser la exitosa, unida a un porcentaje de éxito ínfimo que te lleva a un ratio de victorias de un 10% en el más generoso de los casos. Slay the Spire es, como digo, más juego de cartas que rogue-like. Aquí, el elemento suerte tiene una determinación casi capital, y directamente hay partidas donde naces sentenciado sin posibilidad de que puedas conseguírtelo. Tu habilidad -aquí canalizada como planificación- no podrá, en muchas partidas, contrarrestar lo que tienes por delante. Si bien no es algo que se haga muy patente, el número de ocasiones en las que pasa es bastante superior al resto de rogue-likes que he jugado. Has de aceptar esto, como quien acepta entrar a una timba peliculera y apostar la casa y el coche para encontrarse que las cartas no están de su lado. Es parte del juego, y aunque es algo que, sinceramente, no me gusta, toca aceptarlo. Lo que está claro es que Slay the Spire es una excelente opción para todos aquellos que vemos los juegos de cartas como juegos inaccesibles donde pasas más tiempo estudiando que jugando. Diría que es un juego ideal como iniciación, pero de nuevo, mi cultura al respecto es más que limitada, así que no me corresponde a mí decirlo. Mérito de todo esto la tiene la interfaz, tremendamente amigable con lo imprescindible para no saturar, y lo suficientemente concisa y accesible como para no despertar pereza. Te va a tocar repasar la tabla de multiplicar, pero el juego hace un verdadero esfuerzo para mostrar, con un solo vistazo, todo lo que necesitas para determinar las cartas a jugar en tu siguiente turno. Todo esto no quita para que en Slay the Spire te toque aprender, pero no las reglas del juego en sí, sino las múltiples estrategias que el juego te brinda. Siempre apostando por una actitud más defensiva que ofensiva, las ramificaciones que ofrece el juego unidas a los mazos únicos de cada uno de los cuatro personajes a elegir, hacen que Slay the Spire aporte mucho más de lo que pudiera parecer en un principio. Los modos de juego, que apuestan por partidas infinitas, la sensación rogue-like de que hay siempre un más allá de ver los títulos de crédito y una muy equilibrada y precisa experiencia de juego que te incita a explorar todo lo que ofrece, convierten a Slay the Spire en uno de los mejores rogue-like que te puedes echar en cara a día de hoy. Que no os tire para atrás el tema de las cartas, Slay the Spire es un juego que hay que jugar. Creo que nadie en el mundo es capaz de echar un par de partidas y proceder a su desinstalación, y si esa persona existe, alejaos de ella tan rápido como podáis. Reacciones de la comunidad a Slay the Spire: Sí, mucho. Con las primeras partidas no me pareció nada del otro mundo, e incluso me disgustó la parte técnica, pero con el tiempo fui descubriendo la sinergia entre cartas y artefactos, muy bien implementada en el desarrollo roguelike de mazmorras. Es un vicio de juego. — cyber2 🔻 (@Cyber2Blog) July 18, 2020 he jugado más de lo que debería. — Andresito (@Andresito_epi) July 18, 2020 Si. De los mejores roguelike que se han hecho. — Retrospect (@Retrospect8) July 18, 2020
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